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Origen del Hombre




Origen del Hombre (Egipto)

En total fueron 17.520 años de poder y control de los dioses y semidioses, que finalizaron en un oscuro periodo de caos y anarquía, del que no existe la más mínima referencia, y que duró 350 años. Es en este momento cuando aparece la Primera Dinastía de gobernantes humanos, en la figura del faraón Narmer, primer gobernante reconocido oficialmente por la egiptología, pues el resto de lo anteriormente expuesto pertenece al mundo de la mitología y la fantasía.
Es imposible, aseguran tajantemente los expertos, que, antes de la aparición de la I Dinastía o Periodo Tinita (3.100 a.C.-2.700 a.C.), pudieran existir durante un tiempo tan prolongado semejante número de gobernantes, eso sin mencionar su origen divino y extremada longevidad.
Pero los egipcios estaban muy seguros de sus orígenes y de su historia. El tiempo era algo que controlaban muy bien los antiguos egipcios, precisamente gracias a sus dioses, quienes, según ellos, les enseñaron a dividir el año (renpet) en doce meses (abed), de treinta días cada uno y divididos en tres semanas (mellu) de diez días cada una. Este calendario alcanzaba 360 días, y era complementado con cinco días especiales (jeriu-renpet).
El año estaba formado por tres estaciones que venían claramente determinadas por el Río Nilo. La Primera Estación era la de la crecida del río (ajet), de mediados de junio a mediados de octubre. La seguía la Estación de la Germinación (peret) que finalizaba a mediados de febrero. Por último la Estación de la Cosecha (shemu).
Existían otros tipos de calendario, pero todos seguían una minuciosa y escrupulosa exactitud, transmitida generación tras generación. Con total seguridad, si un antiguo egipcio escuchara hoy en día que la cronología de los Dioses-Reyes que gobernaron Egipto mucho antes de Narmer, no es más que una fantasía, se llevaría un gran disgusto y un no menor enfado.
Hace 2.500 años, Heródoto escribía en su "Libro II de la Historia" que, en su visita a Egipto, los sacerdotes de tebas le habían mostrado personalmente 341 estatuas, cada una de las cuales correspondía a una generación de sumos sacerdotes desde 11.340 años atrás en el tiempo. Le dijeron que las figuras representaban a hombres, pero que antes de esos hombres en Egipto reinaron los dioses, que habían convivido con los seres humanos. De todo ello guardaban datos muy precisos, ya que siempre, desde el principio de los tiempos, ésa había sido su misión.
Otro historiador griego, Diodoro, que visitó Egipto en el Siglo I d.C., también habló y aprendió de los sacerdotes egipcios sobre su historia y tradición. Al igual que Heródoto pudo escuchar de boca de los sacerdotes que los humanos reinaban en el Valle del Nilo desde hacía poco menos de 5.000 años. Uno de los primeros cronistas de la Iglesia Cristiana, Eusebio, logró recoger numerosas crónicas que hacían el mismo tipo de referencias que Heródoto y Diodoro. Pero tal vez ninguno como Manetón, sumo sacerdote y escribano egipcio, supiese acaparar en sus textos la increíble historia de Egipto.

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